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La percepción de los niños

Un niño de cuatro años tenía la habilidad de la percepción extrasensorial. La familia no sabía bien cómo tratar este asunto. El abuelo que era septriónico sabía que el mundo espiritual no es fácil de entender y decidió pedir ayuda para saber cómo guiarlo. En principio, nosotros pedimos asistencia espiritual para que los Guías espirituales asistan e iluminen a la familia y al niño para encausarlo positivamente. El abuelo manifestaba su dilema entre pedir quitarle los dones para evitar que se asuste o encaminarlo para que poco a poco sea consciente de su capacidad.

El hermano Claudio (Shikry Gama) -salvando las distancias- es un ejemplo de alguien que desde niño percibía el mundo extrasensorial, veía tanto espíritus de Luz como tenebrosos. Nos contaba que los espíritus negativos siempre le asustaron; pero por su permanente comunicación con los guías de Luz, iba descubriendo que ellos lo protegían.

Cuando un niño venía a contar que había visto algo extrasensorial, el hermano Claudio, siempre lo trataba con naturalidad. No conviene transferir nuestros temores o incredulidad al niño incrementando los que ya puede tener o simplemente desaparecerá su habilidad con el tiempo. Shikry Gama opinaba que la percepción extrasensorial es innata al ser humano, es parte de nuestra instinto. Sólo mantenemos la capacidad que tienen todos los niños si es que nuestra familia lo cultiva. Los espíritus no nos pueden hacer nada, lo que más daño hace es el temor o el susto.

Dentro de la educación septriónica es importante mantener el dialogo con el niño y conversar con naturalidad sobre lo que ve, no solo lo extrasensorial, sino que se debe tener la costumbre de conversar sobre todas las cosas que suceden en la vida física. Hay que analizar cada suceso, y compararlo con otras situaciones. También hay que hacerles entender que los espíritus que ven son como nosotros, como las personas que conocemos en la vida diaria. Es bueno que sepan desde niños que cuando morimos seguimos viviendo tal como fue nuestra vida. Para nosotros, la vida espiritual, es una continuidad de nuestra vida física.

Cuando el niño ve -por ejemplo- al espíritu de otro niño, hay que hacerle entender que está allí igual que nosotros estamos aquí. Quizás esté en ese lugar porque ahí vivió. Y eso no es nada malo. No debemos tenerles miedo. Solo si la persona espiritual molesta, podemos pedir al Guía espiritual ayuda para estar más tranquilos.

Los septriónicos acostumbramos a pedir ayuda por los espíritus que se nos acercan. Nunca se sabe si es alguien que viene para pedir ayuda. La petición siempre se inicia pidiendo protección para que los espíritus negativos no nos molesten, y si es positivo, pedir por él. También pedimos protección a nuestro Guía cuando nos asustamos por algo, o cuando estamos frente a un peligro físico.

Los septriónicos tenemos una entidad protectora dedicada y que lo podemos llamar para que nos asista. Creemos que las personas de otras creencias pueden pedir a su propio Guía espiritual esta protección ya que es potestad de ellos brindarla.

Al niño hay que enseñarle desde pequeño a diferenciar lo positivo de lo negativo en todos los ámbitos de su vida. Así también descubrirá que hay personas con actitudes positivas y negativas y que lo mismo se da en el mundo espiritual.

Algo interesante que nos señala Shikry Gama es que no es indispensable hacer esfuerzos para mantener la habilidad extrasensorial, porque curiosamente si logramos hacer un verdadero hogar de nuestra familia, donde cultivamos los valores familiares, ya atraemos a las entidades de Luz sin necesidad de desarrollar estas facultades. (S.G.)

Si las cultivamos, con mayor razón debemos desarrollar los valores y el razonamiento para poder hacer uso positivo de ello. El buen o mal uso que podemos hacer depende de nuestras capacidades, virtudes y talentos. Esto diferencia a los humanos y hace que nadie sea igual. Tener capacidades de percepción y carecer de valores no puede tener el mismo resultado que en alguien que sí los tiene. Es por eso que Shikry Gama nos advierte que la carencia de estos nos conduce a caer en actitudes negativas inducidas por la facilidad de poder percibir lo que otros no ven.

Si los niños tienen padres no practicantes de esos valores o son fanáticos religiosos, pueden inducir en sus hijos a toda clase de percepciones que pueden no ser ciertas. La histeria colectiva propia de estos tiempos difíciles también puede inducir a los niños percibir cosas que no son ciertos.

Así en el tiempo de COVID habrán escuchado de la niña que hablaba con Jesús y que éste le decía que el 21 de abril de 2020 iba haber el juicio final. La familia con este tipo de creencias y supersticiones los condicionan de tal manera, que puede resultar en percepciones distorsionadas producto de todo lo que ha recibido, lo cual ya no son realidades espirituales, sino realidades virtuales.

Aclarando el tema del ’juicio final’ o un ‘fin del mundo’, Shikry Gama, cada vez que le consultaban sobre este tipo de predicciones les respondía: “hablamos el día siguiente” a la fecha que anunciaban. Siempre nos advertía del lucro económico que se hace escribiendo libros presagiando nuevas fechas del fin del mundo.

Siempre debe haber una duda inquisitiva en todo lo que percibimos extrasensorialmente; ya que es muy fácil para los espíritus burlones engañarnos, porque pueden suplantar a cualquier espíritu y hacernos creer que es la persona que vemos.

Para terminar, insistimos en que a los niños hay que enseñarles todo lo que hay en la vida con total naturalidad y darles un entorno de valores, conocimientos y creencias sólidas que les permita afrontar la vida aprendiendo a ser independientes y autosuficientes.

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