La secretaría del septrionismo, revisando documentos archivados ha encontrado un tema de trascendental importancia histórica que desea compartir con nuestros servidores, seguidores y simpatizantes sobre cómo superar los conflictos entre los pobres y los ricos. Este tema fue tratado por nuestro fundador en la charla: POR EL PROGRESO DE LA AMAZONÍA en la que propone la creación de las Comunidades Económicas propuesta ante la Cámara de Comercio de Loreto el 10 de Enero de 1969.
POR EL PROGRESO DE LA AMAZONÍA
La presente exposición se realizó bajo el auspicio del L:. m:. José Pelayo Araujo Casado, Gerente de la Cámara de Comercio de Loreto, el 10 de Enero de 1969.
Señores, hermanos en la creación del Padre BRAHAMA:
Mi nombre es Claudio Javier Cedeño Araujo, nacido en esta ciudad de Iquitos como algunos de ustedes. He solicitado vuestra honorable presencia en este recinto de la Cámara de Comercio e Industrias de Loreto, en representación de la Sagrada Orden Mística Brahamánico-Lamaista (Septrionismo), del cual soy Fundador y Director, para exponer y proponer la creación de la “Comunidad Económica”, una iniciativa socio-económica que creemos contribuirá a mitigar la grave crisis económica que experimenta la Amazonía y -en general- el país.
En vista de que el objetivo de esta charla es plantear un sistema socio-económico que implica inmiscuirse en contextos políticos, quiero solicitar me concedan su valioso tiempo para explicar y precisar las razones filosóficas y místicas, sin intereses políticos de ninguna clase, que nos impulsan a convocar vuestra participación. Para nosotros la crisis económica que vivimos no es más que la lógica consecuencia de la crisis social y política que vive el mundo.
Nuestro lema es “SERVIR A LO DIOS” y, en la Tierra no se puede servir a Dios sin servir al ser humano que es su manifestación viva. Servirlo no solamente en su bienestar espiritual sino también en lo material, porque de su situación social y económica dependen sus condiciones intelectuales, sus posturas pensantes y su espiritualidad. No puede haber adoración al Padre Creador con hambre, con injusticia y con confusión de ideas; porque estas situaciones sólo generan sentimientos compulsivos, resentimientos reprimidos, odios y miles más de negatividades que nos aíslan de Lo Dios.
El mundo vive esta crisis social, económica y política desde que el ser humano aprendió a vivir en sociedad sobre la faz de la Tierra, pero las influencias más recientes tienen su origen en algunas erradas enseñanzas religiosas sobre los deberes y responsabilidades que el ser humano tiene ante su Dios y que han confundido y perturbado la paz y la armonía social.
Estas enseñanzas están relacionadas con las ideas sobre el rico y el pobre, que son los catalizadores de toda actividad socio-económica. Se ha generalizado la equivocada idea de que el rico es repudiado por Dios y que no será aceptado en su reino, mientras que el pobre siempre será bienvenido en su reino. Esta injusta y distorsionada creencia ha producido –lamentablemente- la idea de que el rico se va para el infierno porque no es bueno, porque ser rico es ser considerado como malo ante Dios, y que el otro, el pobre, es bueno porque así lo dice la tradición judeo-cristiana.
Estas enseñanzas han creado en la humanidad, durante estos casi 20 siglos, irreconciliables posiciones sociales, dando cabida a odios, rencores ancestrales y mil de manifestaciones conflictivas para la paz entre los ricos y los pobres.
Estas dos posturas pensantes han sido también los instrumentos que han esgrimido los políticos y politicastros, exacerbando a los pobres contra los ricos, para agitar la marea revuelta y hacerse a innobles objetivos de manipulación política. Pero, tanto los pobres como los ricos insistían en los mismos yerros conceptuales, sin siquiera usar la lógica pensante para corregir estos falaces argumentos que tantos ríos de sangre ha costado a la humanidad.
Por desgracia, estas enseñanzas han sido inculcadas al ser humano a través de uno de los textos sagrados de la humanidad, me refiero a la Biblia, que -ya sea por confusiones que se tuvieron en la exégesis de lo que Jesús dijo a sus discípulos, o, por erradas interpretaciones de la tradición oral de la Biblia- permitió la propagación de conceptos tan distorsionados de la verdad.
Sito dos trascendentales frases que se atribuyen a Jesús: “Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico por las puertas del reino de mi Padre”. Y: “Bienaventurados los pobres de espíritu porque de ellos es el reino de los cielos”.
Estas dos enseñanzas han contribuido a exacerbar la enemistad y el odio entre los pobres y los ricos. Es difícil admitir que dichas expresiones hayan brotado de los labios de Jesús. El hijo de Dios tenía que haber previsto las consecuencias de sus expresiones al juzgar a los ricos y a los pobres. Porque no se necesita ser sabio para constatar que hay a cada paso de la vida de hoy, de antes y de siempre, pobres que ofendan a Dios con su mala conducta, como también ricos que honran y agradan a su Dios por su buen comportamiento.
Podemos comprobar que -a través de los tiempos- la personalidad del ser humano no ha cambiado. Y entonces, esta frase se convierte en una verdad eterna. Y podemos comprender que si Jesús sentenció a alguien, ese alguien tuvo que ser el “rico avaro”. Estos especímenes constantemente fueron repudiados porque siempre codiciaron el dinero y el bien ajeno y nunca tuvieron caridad para con sus semejantes. Por eso exigimos se reivindique la memoria y la probidad de Jesús. Por sentido común, Jesús tuvo que haber dicho: “Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico avaro por las puertas del reino de mi Padre”.
Y el mismo Jesús tuvo que distinguir a los humildes de los pobres. La pobreza es consecuencia de la carencia de conocimientos, virtudes y talentos que frustra la realización de los deseos de los menos favorecidos. Mientras que la humildad es una virtud que consiste en reconocer uno sus propios defectos sin hacer ostentación ni vanagloriarse de sus buenas cualidades. Y Jesús tuvo que glorificar al humilde, porque aquel que posea esta cualidad espiritual, ya sea rico o pobre, es un ser que debe ser reverente y sumiso a los designios de su Creador. Por eso creemos también que Jesús dijo: “Bienaventurados serán los humildes de espíritu porque de ellos será el reino de los cielos”.
No es nuestro deseo culpar a los dirigentes cristianos por este error que tantos quebrantos ha ocasionado en la humanidad, pues comprendemos que la causa que ha permitido que hasta nuestros días se mantengan estas distorsionadas frases en el libro Sagrado, se debió al celo dogmático de esos fieles dirigentes que no desearon variar lo que ellos consideraban de buena fe, que fue lo que Jesús dijo a sus discípulos.
La cristiandad del presente ha sido y es víctima de los errores de las malas traducciones o interpretaciones que se hicieron de la palabra de Jesús. Ellos, basados en su dogma de fe inquebrantable, de esa fe que no admite razonamientos ni lógica pensante, tampoco permitieron las controversias que esclarecieran sus creencias. No se atrevieron a variar el texto de algo que ellos mismos quizá hace mucho tiempo intuyeron que estaba errado, pero fueron temerosos al no dar el paso que los llevara a rectificar el error y proporcionar la paz al ser humano. Esa paz que todas las organizaciones políticas, sociales, filosóficas y religiosas claman en momentos que la humanidad se debate entre la violencia, el hambre y las angustiosas perspectivas de su incierto futuro, ocasionadas por esa irreconciliable pugna entre los pobres y los ricos.
Existen tendencias político-anarquistas que hipócritamente claman la paz en el mundo, pero perversamente utilizan esas nefastas consignas para irritar la animadversión instigando a los pobres contra los ricos, predisponiendo así sus políticas revolucionarias de falsa oferta de paz para la sociedad. Y decimos falsas ofertas de paz porque no habrá rico ni pobre en el mundo que no odie a quien por la violencia o por sus malas mañas le priva a él, a su mujer y a sus hijos de lo que es suyo. Y no habrá pobre ni rico que no viva anidando venganzas contra aquellos que impulsados por falsas promesas se ubican en posiciones sociales de privilegio, atropellando los derechos de sus semejantes y propiciando -con necedad- más violencia en esta beligerante Humanidad.
Los oportunistas pregonan la consigna de la búsqueda de la paz para jactarse de ser benefactores de la humanidad, pero, ¿cómo puede conseguirse la paz entre los hombres, cuando se está enseñando que el pobre odie al rico en el nombre de la Divinidad? …¿Cómo puede haber paz, cuando se está estimulando constantemente el odio y la inconformidad entre el pobre y el rico?..¿Cómo es posible buscar la paz entre los hombres, cuando en vez de acercarlos, cada día se está alejando más al pobre del rico y viceversa?…
Los anarquistas sacaron provecho del egoísmo, la indiferencia y la negligencia de los pudientes. La atávica animadversión contra los ricos y el empresariado encontró en la Declaración de los Derechos Humanos la oportunidad de aspirar a la realización de viejos anhelos, y, con ilusorias promesas de igualdad política, social y económica, manipularon la consciencia de los sufrientes y necesitados, empujándolos a la conquista del poder político para asumir el control totalitario de la instrucción y educación de los pueblos.
Sin que la ciudadanía se diera cuenta, un numeroso sector de confundidos docentes -que eran víctimas de la marginación social- se afiliaron a las tendencias revolucionarias que aspiraban lograr con animosidad la igualdad de los derechos humanos. En la década del cincuenta, una multitud de docentes revolucionarios reemplazaron a los notables profesionales que ejercían su magisterio de buenas costumbres y de admirables valores morales y éticos. De la noche a la mañana desaparecieron los notables paradigmas de la educación y del civismo que nuestras juventudes poseían. Y, nos vimos invadidos por deficientes docentes que no inspiraban ni admiración ni respeto. Durante mi época de estudiante, todos los años, se nombraba un nuevo Ministro de Educación que automáticamente ordenaba cambiar la metodología de estudios. Cada nuevo año inauguramos un nuevo programa de enseñanzas, pero lo único nuevo era el ordenamiento de las mismas viejas metodología adoptadas de culturas extrañas a las nuestras. Los de mi generación nunca pudimos formarnos en un sólo método de estudios.
Programaron la mentalidad de nuestras juventudes con idealismos totalmente opuestos al realismo de nuestro entorno para hacernos creer que lo falso era igual a lo verdadero, que lo feo era igual a lo bello, que los alumnos sabíamos y valíamos tanto como los maestros. Que no había que poner notas para no traumatizar a los malos estudiantes. Que los iletrados teníamos los mismos derechos que los letrados. Que la autoridad era corrupta y que la urbanidad era mala porque discriminaba la vileza y la vulgaridad de las mayorías. Que los valores morales, éticos eran enseñanzas obsoletas. Una izquierda que reclamaba igualdad de derechos para los depredadores como para los emprendedores. Que iguales derechos tenían los negligentes como los diligentes. Que todos, analfabetos como alfabetizados, teníamos los mismos derechos a los cargos públicos como privados. Que la sociedad capitalista era la culpable de todas nuestras desventuras y carencias y, que los delincuentes eran inocentes, porque los ricos se enriquecían del sudor de sus frentes y que las gentes de mal tenían los mismos derechos que las gentes de bien.
Los demagogos encontraron en los idealismos democráticos la oportunidad para realizar sus aspiraciones anarco-totalitaristas. Convencidos por las falaces sentencias atribuidas a Jesucristo, percibieron que propugnando el odio de los pobres contra los ricos podían hacerse al poder político. Aparentando ser demócratas sedujeron a los incautos para hacerse elegir en el Poder, y una vez instaurados en el poder asumían el control totalitario del sistema educativo para desarrollar programas educativos que permitieran la robotización ideológica de las incautas consciencias de las juventudes menos favorecidas de nuestras sociedades. Los docentes odian a los empresarios, en circunstancias que, ellos, los docentes, deberían ejemplarizar actitudes emprendedoras que nuestras juventudes necesitan imitar para salir de pobreza.
Ciudadanos, no permitáis que la demagogia confunda vuestro entendimiento. El socialismo es compatible con la democracia, pero es una falacia creer que el socialismo podría ser compatible con el comunismo. El comunismo siempre fue, es y será un sistema totalitarista. Un trípode macabro de envidia, resentimiento y odio contra los ricos ha logrado la alienación de los pobres del mundo, modificando el escenario social de la beligerancia, convirtiéndose en una pandemia que terminará por trastornar las relaciones pacíficas de nuestros pueblos.
La paz es como la luz física que nos brinda la energía eléctrica. Si nosotros, en vez de unir, alejáramos el conductor de energía positiva del conductor de energía negativa, comprobaríamos que no se producirá el fenómeno de la luz en el bombillo. Si observamos con detenimiento, comprobaremos que no es ni la anulación del uno, ni la transformación del uno en el otro, lo que produce la energía vital que se traduce en la luz.
Entendamos que las confusiones socio-económicas que vive la humanidad son como la oscuridad de la noche. Imaginemos que la energía negativa está representada por los ricos y la energía positiva por los pobres que -el bombillo- es la sociedad y que la luz es la Paz. Si aisláramos al pobre del rico, es decir, al conductor positivo del conductor negativo, nunca podríamos producir el fenómeno de la luz (Paz). Si cohesionamos el conductor positivo (el pobre) con el negativo (el rico), por su natural antagonismo, se produciría un corto circuito, fatal para la central energética. Si aislamos el polo positivo del negativo, se paralizaría el dinamismo sinérgico de la sociedad. Si aislamos al pobre del rico, es decir, al conductor (+) del conductor (-), nunca podremos producir el prodigio de la luz y de la paz social.
La luz física del bombillo es como la ansiada paz de los hombres y sólo será posible obtenerla cuando tanto el pobre como el rico, conscientes de sus características particulares, decidan respetarse y laborar armónicamente los unos en bien de los otros.
El entendimiento de esta realidad psicosocial nos inspira para propulsar el proyecto de las Comunidades Económicas, pues éstas deben estar conformadas por ricos y pobres que ya no quieran estar peleándose más y que se hayan amistados para laborar por la prosperidad de ambos. Pobres y ricos viven trascendentales momentos de la historia humana, y ambos tienen que decidirse entre seguir siendo un instrumento inconsciente de los politicastros, que con falsas promesas manipulan los sentimientos de igualdad social y económica, reciclando los resentimientos y odios de esta ancestral enemistad, promoviendo el inconformismo, la violencia y la muerte de sus seres queridos; o convivir armónicamente, respetándose y utilizándose los unos en bien de los otros y viceversa, sin más distingos que la de sus virtudes y talentos y de acuerdo a sus propias capacidades o aptitudes, para que los más capacitados auspicien el progreso de los menos capacitados (incluyendo a los discapacitados intelectual y fisiológicamente) en correspondencia a sus posibilidades, cosa que nos permita lograr que ¡EL RICO SEA MENOS RICO, PARA QUE EL POBRE SEA MENOS POBRE!
La Comunidad Económica es una sociedad de empresarios altruistas que se vinculan con trabajadores voluntarios (1) que aspiran a ser socios con igualdad de oportunidades, deberes y derechos. Se previene a los interesados que ésta empresa es una experiencia extraordinaria que no sólo busca redituar el capital que se invierta, sino que tiene por finalidad promover la organización de una empresa en la que los trabajadores tendrán la misma oportunidad de capitalizar acciones en equidad de oportunidades que los inversionistas. Se exhorta a los participantes de la necesidad de asumir una trascendental responsabilidad de honestidad y buenas costumbres, previendo que los inversionistas no deben explotar a los trabajadores, y que los trabajadores, a no deben defraudar en el cuidado y protección de todo aquello que constituye la empresa, el rendimiento honesto de sus responsabilidades y la productividad, porque si los inversionistas no garantizan la igualdad de los derechos y si los trabajadores no garantizan la honestidad de su participación, los deseos de amistar a los pobres con los ricos fracasará.
Toda Comunidad Económica requiere de un convenio o contrato constituido al amparo de las leyes vigentes que defina los deberes y derechos de todos los asociados. Proponemos el siguiente modelo:
Imaginemos la creación de una Comunidad Económica dedicada a la avicultura, cuyo conjunto de medios necesarios para el desarrollo de la actividad productiva, requiere de una inversión de diez mil soles (S/.10,000.oo). Se elige y convoca a los postulantes que deseen participar. El empresario altruista comparte y motiva a sus convocados la realización de un proyecto viable y sustentable. Se planifica la necesidad del personal que se necesita para lograr sus fines. Si no puede asumir la administración directa, necesitará de un Administrador o Gerente que dirija y administre las actividades, de xx número de socios altruistas y de xx cantidad de personal de trabajadores que quieran compartir su proyecto.
Se divide el valor total de la inversión en 100 o 200 –o más- acciones. Si son 100 cada acción costará S/.100.oo. Si son 200 cada acción costará S/.50.oo. Cuanto menor sea el valor de la acción, mayor ventaja tendrán los trabajadores para prorratear el pago de las acciones que desean comprar. Acto seguido se informa a los asociados que la empresa estará constituida por un capital suscrito y un capital pagado. En los artículos del Estatuto de Constitución de la Empresa, los socios, en ejercicio de su libertad de albedrío, suscribirán la alícuota de acciones en igualdad de oportunidades que les corresponde a los demás socios. Cada socio tendrá la facultad para suscribir la alícuota de sus derechos, con el compromiso de ir cancelando sus acciones conforme disponga de sus ahorros. Quienes no puedan pagar en efectivo, podrán pagar la alícuota suscrita, pero, de manera explícita, pondrán sus acciones a disposición de los inversores que quieran beneficiarse de los réditos de esas acciones prestadas, hasta que puedan cancelar por prorrateo (poco a poco) el valor de sus acciones a la empresa. Los inversores suscribirán y pagarán la alícuota que les corresponda, más aquellas acciones que reciban en calidad de préstamo. Repartirán utilidades anualmente o cuando lo acuerden. El neto de utilidades se dividirá en el número total de acciones, y se obtendrá el valor de la utilidad por cada acción pagada. Todos los socios tendrán derecho de supervisar el balance de utilidades.
Estos han sido los móviles místico-filosóficos que nos han estimulado a promover esta reunión que sólo tiene por objeto, sugerir lo que creemos puede contribuir para la transformación de nuestros graves problemas sociales y económicos. Creemos que con la organización de las Comunidades Económicas y con el generoso apoyo de socios altruistas y del voluntarismo de los trabajadores, se puede incrementar el desarrollo en gran escala de la agricultura, la ganadería, la avicultura y la explotación de las reservas forestales, que son en realidad las verdaderas fuentes de riqueza con las que puede contar la región y el país.
La Cámara de Comercio representa al comercio y la banca privada. Vuestras actividades son lucrativas para vosotros en particular, pero no puede decirse que promuevan la prosperidad y la superación de la capacidad económica del pueblo. Y no pueden hacerlo –porque- vosotros no sois transformadores de las materias primas que demandan mano de obra ni actividades laborales para la población. Quizá por esa razón, nunca sintieron la necesidad de promover la instrucción ni la capacitación de nuestro pueblo. Somos un mercado de consumidores de la industria y del comercio extranjero y sólo somos fuente de abastecimiento de materias primas para esos países.
No es mi intención culpar al comercio de la situación crítica que vive la región y el País. No. Sólo deseo que se comprenda de una manera clara, que la situación económica y social de un pueblo no está en el incremento directo de las actividades comerciales, sino más bien –y puedo decirlo sin temor a equivocarme- que está única y exclusivamente en el incremento de la transformación del agro y de la industria en fuentes laborales para la prosperidad económica de todos los amazónicos.
El comercio no es más que la forma de hacer efectivo en riqueza monetaria el producto de extracción de las materias primas de las producciones agrícolas, ganaderas, etc. Nosotros creemos –insisto– en que la única forma de colaborar con la economía del País y los problemas económicos del pueblo y de todas las clases sociales está en el aprovechamiento exclusivo de las riquezas naturales, en la transformación de las materias primas en elementos de intercambio comercial y el incremento tecnificado de las actividades agrícolas, de la flora y la fauna; actividades piscícolas y pecuarias, la domesticación y reproducción de todas las especies de nuestra Amazonía.
Quiero hacer hincapié en una realidad. Quiero llamar vuestra atención hacia esa realidad. Tenemos un profundo interés en llevar hasta cada uno de ustedes el convencimiento que puede comprobarse con la práctica, de que no es sólo el hecho de agrupar capitales en efectivo y organizar empresas lo que se necesita para la eliminación de la pobreza reinante; si no que, mientras no exista armonía en las relaciones entre el rico y el pobre para que el rico asuma sus responsabilidades de ser fuente impulsora del pobre dentro de una contemplación mística y filosófica de la verdadera hermandad humana; si no se logra esta alianza, el problema continuará con las mismas barreras de odios, mala voluntad y rencores; porque subsistirá el hecho probado del patrono explotando al trabajador y el trabajador robándole al patrono.
Ya es tiempo que los comerciantes, empresarios y pudientes de todas las categorías asuman la responsabilidad de participar activamente para cooperar inteligentemente en la superación del problema de la pobreza y la desocupación. Todos sabemos que la ignorancia es madre de todas las formas de esclavitud y pobreza. El error del ser humano no está en ser ignorante sino en no reconocer que lo es, o que reconociéndolo no busque los medios para dejar de serlo. La ignorancia determina la discapacidad intelectual y volitiva del ser humano, limitando su competitividad y oportunidades laborales. Por causa de la ignorancia más del 70% de la humanidad es discapacitada intelectual y volitivamente.
Considerando que los sistemas educativos han sido politizados por las ideologías anarquistas y, antes que esclarecer las confusiones y resolver las diferencias, buscan exacerbar los resentimientos y los conflictos para manipular emocionalmente a los alucinados, alimentando el odio y la lucha de clases entre los pobres y los ricos del mundo; es necesario que la gente sea reconciliadora y que asuma la responsabilidad de promover ciclos de capacitación laboral para el personal de sus empresas, de tal manera que pueda neutralizarse la perversión de los politicastros y docentes anarquistas.
Los reconciliadores deben asociarse y organizarse promoviendo la creación de academias para la capacitación laboral que permitan el incremento salarial de todos los que aprendan a darle un valor agregado a la productividad social.
Si hasta el presente los errores han propiciado la enemistad entre pobres y ricos, ¡HAY UNA SOLA FORMA DE ANIQUILAR A UN ENEMIGO… Y ES.. HACIÉNDOLO NUESTRO AMIGO! Si los poseídos por el odio estimularon el odio de los pobres contra los ricos, los que hemos aprendido amar a nuestros semejantes sin condicionamientos económicos tenemos el deber de transformar los resentimientos en entendimientos hasta hermanarnos con las necesidades de los menos favorecidos, para lograr el respeto, el amor y la armonía en nuestra convivencia social.
Es tiempo de comprender que sólo aprendiendo amar al Dios personificado en todos y cada uno de los seres humanos será posible practicar el altruismo que nos hermane en el nombre de nuestro Padre Creador. Aquellos que tienen la luz del conocimiento y el entendimiento, tienen el deber de hacerse querer de sus semejantes, sean pobres o ricos.
Felices aquellos ricos en bienes materiales que son dadivosos y auspician el bienestar de los pobres, porque la humanidad los honrará y el Padre Creador los recompensará; pero desgraciados aquellos ricos avaros y egoístas, porque la humanidad los maldecirá y el Padre los juzgará. Estamos convencidos que si Jesús viviera en el presente, diría: “SI EL RICO ES BUENO CON EL POBRE IRÁ AL REINO DE MI PADRE, Y SI EL POBRE ES BUENO CON EL RICO IRÁ AL REINO DE MI PADRE, PERO SI EL RICO COMO RICO ES MALO Y EL POBRE COMO POBRE ES MALO PRIMERO ENTRARÁ UN CAMELLO POR EL OJO DE UNA AGUJA ANTES QUE EL UNO NI EL OTRO PUEDAN ENTRAR AL REINO DE MI PADRE”.
Claudio J. Cedeño A.
Sagrada Orden Mística Septriónica