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La fuerza del destino

Hermanos, acompañadme en la lectura de los ítems de la lucidación acerca de “La Fuerza del Destino”:

7.- La idealización de los deseos y el libre albedrío obnubila y confunde a nuestra inteligencia, porque creemos equivocadamente que aquello que deseamos es lo que necesitamos y debemos protagonizar. Nuestra existencia no tendría sentido si pretendiéramos oponernos a Sus designios.

7.1.- Nuestras vidas sólo se perpetuarán en el tiempo y tendrán sentido de existencia, en la medida en que nos dejemos conducir por esa fuerza del destino. No siempre es fácil obedecerla. A veces nos rebelamos o queremos cambiar los acontecimientos y nos equivocamos. Otras veces, aprendemos las lecciones con golpes, sufrimientos, adversidades y frustraciones. 

7.2.- Pero a veces, la Luz del Entendimiento nos permite percibir con claridad lo que se debe hacer. Cuando Lo Dios ilumina el destino que nos ha trazado, será siempre para paz, grandeza y realización de quienes se dejen conducir.

7.3.- Por eso, aquellos que perciben la razón de sus propias existencias, que le encuentran sentido y que dan un propósito definido a sus vidas; deben siempre pedir Luz y ponerse a disposición de esa fuerza del destino, para que los conduzca a las más grandes satisfacciones, permitiéndoles servir a sus semejantes, a nuestros Amados Guías, a nuestro Creador y a Sus designios, que, aún cuando ignotos, siempre serán benéficos para todos.

Meditemos Hermanos, porque en cada una de nuestras existencias hay un momento trascendental en el que sentiremos esa fuerza del destino que nos induce a cumplir un rol protagónico en la vida.

COMENTARIO

Hermanos, en honor a la verdad, a esta modesta servidora, en enero 1992, la fecha de esta lucidación, le correspondió la gracia de haber sido inspiradora de la lucidación titulada “La Fuerza del Destino”, pero debo confesar que hasta ese momento ignoraba que mi vida tenía que cumplir una misión. 

Después de escuchar la lucidación, quedé profundamente conmovida. Procedía de una familia atea de costumbres anti-religiosas y me enfrentaba al reto de abrazar un camino religioso casi desconocido para mí que implicaba una doble decisión, pues paralelamente debía resolver la cuestión de si iba o no aceptar casarme con el Hermano Claudio (Shikry Gama).

Sentía que a pesar de todos mis dudas no tenía nada a qué oponerme. Sentía la fuerza del destino que me arrastraba a aceptar todo lo que me proponía.

Sentía claramente esa dualidad del espíritu y del cuerpo, porque por un lado mi espíritu sentía que por fin había llegado el momento de hacer lo que quería hacer y de unir mi ser con quien hacía mucho tiempo quería unirse físicamente. 

Mi cuerpo no sentía lo mismo, porque en ese entonces no tenía conocimiento consciente de la decisión que mi espíritu había tomado tiempo atrás. Dudaba si podría ser verdad o no. Tenía que acostumbrarme a la gran diferencia de edades que había entre nosotros y la idea de cumplir una misión.

Muchas veces me sorprendí de mi espíritu que simplemente tomaba las riendas de mi cuerpo y se arreglaba como a ella le daba las ganas para agradar al hermano. Yo me observaba con asombro, incluso empecé a reírme de esta situación en la que me encontraba. “Nathalie” (el cuerpo) no quería mostrar nada de lo que empezaba a sentir, también por sus prejuicios sociales, pero a “la otra”(el espíritu) no le importaba nada.

Pero me dejé conducir por la Fuerza del Destino, porque algo en mí me decía que todas las dudas iban a desaparecer si aceptaba la misión, porque sentía muy fuerte la voluntad de mi espíritu.

El día siguiente de esta ceremonia en la que expresó la enseñanza de la fuerza del destino, 22/01/92, a eso de las 5.p.m., el Hermano Claudio me pidió que lo acompañara a dar un paseo, sin decir de qué se trataba. Me llevó a un promontorio frente al mar, en el malecón de los enamorados, al final de la avenida Salaverry, en Orrantia del Mar. Silenciosos nos detuvimos frente al Sol que se veía esplendorosamente radiante y rojizo, sobre el horizonte del mar.

Como ausente, en un estado de éxtasis, el Hermano contemplaba la magnificencia del Sol, de pronto hizo un reverente saludo y dijo: O. T. O. S., Si es tu voluntad se cumplirán tus designios”. Le pregunté quiénes estaban ahí. Mientras me describía quiénes estaban, sólo se escuchaba el viento que venía del mar. No sabía si sentirme asustada por estar frente a ellos, ni qué hacer, sólo sentía una tranquilidad y una atmósfera muy solemne que provenía de la presencia espiritual delante de nosotros y era acompañado por el mar y todas sus entidades tutelares. Me dijo que ellos me preguntaban cuál era mi decisión, si aceptaba o no la misión. Dije sí. En seguida el Hermano cogiéndome de la mano derecha me puso un anillo al dedo, exclamando: “Ante vuestras divinas potencias tomo a Nathalie Wimmy Olga López Zondervan, como esposa y compañera misional”.

Me quedé asombrada cuando vi que el anillo me quedaba exactamente. Le pregunté desde cuándo tenía ese anillo, y me dijo que ya lo tenía un buen tiempo y que lo había guardado especialmente para esta fecha… Y le pregunté cómo hizo para comprar mi medida exacta. Misteriosamente me sonrió y le respondí que seguramente mi espíritu había ayudado a escoger el anillo. Me confirmó que ella lo había probado… 

Después de ponerme el anillo, mentalmente solicité que hicieran de mi un instrumento de sus Voluntades para cumplir con los deberes que de mí se esperaba. Sentí que me faltaba todo para hacerlo, ni tenía idea qué podrían querer de mí, pero el Hermano me aseguró que podía aprenderlo con el tiempo. En ese momento sentí que nuestras vidas quedaban atadas para siempre. 

Sabía que nada iba a ser fácil, y hasta ahora estoy tratando de vencer muchas cosas para poder cumplirlo, y eso sólo resulta porque me estoy dejando guiar por la Fuerza del Destino y por la voluntad de Shikry Gama. El día 14/02/92 contrajimos matrimonio civil en la ciudad de Iquitos, y el 21 de Marzo, en Lorenia celebramos el matrimonio septriónico. Algún día relataré todas las experiencias vividas.

No es un camino fácil, pero sí sé que algún día llegaré a hacer lo que Eón espera de mí, aunque sean cosas que hoy ni me imagino poder hacer y de los cuales incluso tengo temor de no poder prepararme lo suficiente.

Pero a pesar de que a veces siento el temor de no poder cumplir, me tranquiliza saber que sólo Dios sabe lo que hace conmigo y en realidad Él me conducirá para poder cumplir, a pesar de mis dudas y temores.

Así como he vivido esta experiencia de la Fuerza del Destino, estoy segura que Dios guía el destino de cada hermano. Es nuestra responsabilidad ponernos a disposición de esa Fuerza, y obedecerla; porque de no ser así, estaremos inevitablemente obedeciendo a nuestros instintos y negatividades, que nos llevarán al sufrimiento, a las adversidades y las frustraciones.

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