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El mistisismo espiritualista del hermano Claudio

 

LM. Alejandro Moretti. 19-03-2025

Cada 19 de marzo, nuestro ser en cuerpo y en espíritu, se prepara para sintonizar de manera privativa poder reencontrarnos espiritualmente con nuestro sempiterno misionero universal, el Hermano Claudio Javier Cedeño Araujo.

Todos estos años de compartidas vivencias septriónicas me han enseñado que podemos evocar al Hermano Claudio desde distintas perspectivas como su loable conducción y liderazgo institucional, desde las interpretaciones que cada uno de nosotros haremos de su venida misional a este mundo físico y también de las enseñanzas emanadas por su espíritu primario, Shikry Gama, creador de nuestra ruta religiosa septriónica.

Hoy me gustaría dilucidar con ustedes sobre el misticismo del Hermano Claudio aquelque nos prodigó no solo a través de sus elucidaciones sino particularmente a través de protagonizar el ejemplo vivo de aquello que enseñaba y que predicada en todos los días de su vida; incluso hasta el último minuto de su vida terrenal en víspera y en vigilia a su transición espiritual a la puerta de entrada en la casa paterna de Eón.

El Hermano Claudio gustaba de reflexionar acerca del rol de los místicos y no se explicaba que quienes quisieran abrazar la mística septriónica, “a diferencia de los guerreros que recurren a las armas físicas para combatir al adversario, los espiritualistas, los místicos septriónicos, debemos recurrir a la reflexión, al análisis, al razonamiento y al entendimiento de las causas de nuestras problemáticas; enseñando a combatir los errores y confusiones de nuestros semejantes sin agredir ni ofender a aquellos que por ignorancia incurren en faltas nocivas para su propio bienestar, buscando siempre esclarecer las obnubilaciones de nuestra sociedad”. Este es, fue y será uno de sus legados para todos los que queremos abrazar la doctrina septriónica.

Es por todo eso que el misticismo espiritualista del Hermano Claudio contemplaba al ser religioso y también al ser político pero éste debía abanderarse en la cosmovisión de la civística septriónica. Supimos que comprendiste cabalmente al confundido hombre del siglo XXI y en consecuencia expusiste que “el ser humano tiene diversidad de búsquedas para lograr la realización de sus aspiraciones. La más importante es a no dudar la búsqueda religiosa. La búsqueda de ese reencuentro de su ser con Lo Dios; pero también se ha constatado que los humanos que vivimos en sociedad necesitamos aprender a organizarnos, a vivir en armonía, a saber comportarnos dentro de las organizaciones sociales que hemos creado para darles el orden, la prosperidad y la paz que necesitamos”.

Hermano Claudio insististe para que comprendiéramos -especialmente- los dirigentes y servidores septriónicos, que el servicio institucional a la Sagrada Orden Mística no debía entenderse como la de un anacoreta, como si fuéramos una persona que viviese en un lugar solitario, alejado o inhóspito y que se entregara enteramente a la contemplación, a la meditación o a la penitencia. Nada más alejado de esta visiónporque el misionero, el espiritualista y el místico septriónico, para servir a Lo Dios lo hará siempre sirviendo al prójimo -conocidos o desconocidos- sin distingos. Nos enseñaste que esa debe ser nuestra ofrenda a la Trimurti y a la Septimia. Hermano Claudio, de vos, podemos dar testimonio que así siempre lo hiciste.

El misticismo espiritualista del Hermano Claudio, sabemos que no se hereda con solo desearlo o por una mimetización escueta de aquello que quisiéramos ser pero que aún no lo somos, porque -el servidor misionero- se construye en todos los amaneceres y en todos los anocheceres de nuestra existencia; no solamente a través del estudio teórico y la divulgación de la doctrina septriónica, sino por saber llevar todos esos conocimientosrevelados a la práctica periódica en nuestra vida.

El misticismo espiritualista del Hermano Claudio siempre estará al alcance de todos los buscadores del conocimiento, de todos los buenos aprendices, de todos los que sepan encarnar sus enseñanzas septriónicas y primordialmente de todos aquellos que -algún día- logren constituirse como sus discípulos y porten la luz metafísica de Shikry Gama ytrasladen los idearios del Credeon.

Para concluir con este testimonio me interrogo dónde más podemos descubrir el misticismo espiritualista del Hermano Claudio. Es decir, conocer sus detalles recónditos, escudriñar sus secretos, vivenciar sus huellas y peregrinar la propia evolución espiritual por medio del camino septriónico de la egocuasublimación. A ciencia cierta, estoy convencido de que la hallaremos en el recorrido de toda la trayectoria de su existencia porque ahí está su obra imperecedera.

Malunma, Hermano Claudio del Perú y de América.

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