Por el día de la juventud queremos compartir con todos este extracto del libro hábitos positivos.
La juventud es muy activa en todas partes del mundo. Pero eso no significa que todo lo que se hace sea beneficioso. Se necesita tener una buena educación en el hogar, o una motivación superadora basada en la autoeducación, para llegar a ser alguien positivo en el mundo.
Shikry Gama nos enseña:
«Por muchos que sean los esfuerzos que realicen las técnicas o tendencias y los sistemas sociopolíticos por pretender unificar en un sólo proceso la formación del individuo en las escuelas, siempre fracasarán; porque la escuela instruye, pero no educa. La educación es el aporte psicocultural del hogar que la familia transmite de padres a hijos desde las primeras etapas de la formación de la personalidad, mucho antes de la etapa escolar. Ese periodo transcurre desde el momento de la gestación hasta los siete años, que es determinante en la formación inicial de los hábitos. Por eso insistimos en que la educación es producto del hogar, y quienes pretendan delegar esta función en los maestros y las escuelas, estarán contribuyendo desidiosamente a que las juventudes se formen con una instrucción sin educación, las que seguirán desembocando -como en el presente- en una sociedad anárquica, conflictiva y atribulada por sus propias deficiencias.
Las tendencias políticas y las religiosas centralizan sus esfuerzos teóricos y prácticos en la eliminación de las diferencias de clases sociales y diferencias de condiciones económicas. […]pero son inefectivas por ignorarse las causas o agentes que la provocan.
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Creemos que los sistemas políticos y religiosos deben proceder como la ciencia médica, valiéndose de los recursos de la educación y de la instrucción, que son las únicas vacunas de las que dispone la sociedad contra ese nefasto y monstruoso mal de males que es la ignorancia, y que ocasiona los trastornos de toda la humanidad.
[…]
Las manifestaciones de la naturaleza creadora, así como la realización perfecta de cualquier actividad del hombre es la demostración de un ordenamiento sistemático. La diferencia entre el animal irracional y el racional radica específicamente en que el segundo adquirió valores ético-morales y que gracias a la disciplina de sus principios pudo doblegar los impulsos instintivos irracionales.
¿Y qué nos sucedería si proscribiéramos la práctica de las disciplinas drásticas? ¿Acaso esto no desembocaría en un retroceso de nuestra superación cultural y ética?
La disciplina es la única llamada a libertar al hombre de su pasado instintivo irracional para conducirlo a la meta de ser un ente superior racional.
Como todos los valores culturales existentes, cada principio obedece a una dualidad oponente de manifestaciones. Tanto los actos éticos como los anti-éticos son practicados en forma sistemática. Estos pueden definirse como disciplinas oponentes, con la diferencia de que la primera es una disciplina cultural que tiende a controlar nuestra naturaleza instintiva en aras de una evolución racional que nos ubique como seres superiores y la segunda es de naturaleza instintiva que tiende a integrarnos a la irracionalidad. La disciplina aplicada a prácticas positivas producirá hábitos positivos o benéficos y, a prácticas negativas producirá en la personalidad hábitos negativos o perjudiciales.
Las necesidades que la supervivencia aporta a la civilización actual establecen la exigencia de una preparación educativa que a la vez que nos permite sobrevivir dentro de un ambiente de decoro y comodidad, nos evite ese otro factor que hace que el dinero que ganamos con tanto esfuerzo sólo nos sirva para complicarnos cada vez más la vida con su secuela de agresión, falta de respeto, desconocimiento del derecho de los demás, y de los valores fundamentales para la comprensión y la estabilidad psíquico-familiar y personal.
Los septriónicos creemos que todos estos problemas que afligen a la actual sociedad pueden superarse si los hombres asumimos la responsabilidad y la conciencia de la necesidad de educar a nuestros hijos utilizando los mecanismos naturales de la conformación de hábitos orientados en forma inteligente hacia el desarrollo de las buenas costumbres y urbanidad, de las características positivas, de la diligencia, la constancia, la responsabilidad, el respeto y el amor al prójimo, así como el amor al trabajo honesto y el rechazo a las actividades deshonestas, la predisposición de la inteligencia a la inventiva benéfica para la sociedad y otros fines. Estos hábitos bien pueden traducirse y sistematizarse en aquello que los hombres tanto soñamos: la educación científica de la era científica.»
Jóvenes del mundo, esfuércense para trascender más allá de ser reproductores inconscientes de lo que nos han venido enseñando, analicen lo que estamos viviendo y en lugar de buscar la solución fácil de pedir que los demás resuelven nuestros problemas, practiquemos los hábitos positivos que son los únicos que pueden hacer que este mundo sea algo mejor para nosotros y las futuras generaciones.