Cuando creemos que haciéndole reproches o críticas a nuestros seres queridos delante de los demás, ejercemos lo que consideramos nuestro derecho, no nos damos cuenta que cada reproche o crítica aleja a la pareja y a nuestros seres queridos en general.
El daño que causaremos a los hijos que escuchan permanentemente esas recriminaciones será irreparable. Sus conciencias se dividirán y estaremos provocando conflictos internos que quedarían para siempre en su subconsciente.
Shikry Gama dice: “La calumnia y la difamación suelen valerse de la candidez de la sinceridad para corroer y destruir la armonía de quienes viven en paz.”
No nos damos cuenta que nuestros reproches pueden ser calumnias y difamaciones, pues creemos que estamos autorizados a expresar lo que sentimos y pensamos.
Debemos preguntarnos: ¿Quiero destruir la armonía y la paz? ¿Quiero destruir todo lo que hemos construido en pareja?
Debemos propiciar el diálogo para aclarar las discrepancias y lograr acuerdos saludables para ambas partes, evitar volver a caer en esas reacciones instintivas que, al final, solo se manifiestan por la impotencia de no saber cómo solucionar los problemas.