Por: Nathalie Zondervan
Hace un año, cuando estuvimos en Pucallpa, vino a visitarme una simpatizante de Contamana que me decía que hace mucho tiempo está pensando ingresar a la Orden Mística. Conocía a todos los hermanos de Contamana desde la infancia y a los hermanos que dirigían las actividades allá, el Hermano Manuel Torres Ochoa y la Hermana Sarita Jovita Gonzales Vargas. Ellos ya no podían hacerse cargo debido a sus avanzadas edades y enfermedades. Su hijo, el Hermano Johnny Torres Gonzáles, en estos momentos está encargado de mantener los lugares que tenemos, pero es tal el trabajo que tiene que sus ocupaciones no le permiten hacer mayores actividades.
La Hermandad de Contamana surgió como resultado de los viajes que hizo el Hermano Severo Saavedra. Y muchas veces he escuchado que los miembros nuevos que querían ingresar lo hacían, entre otras cosas, porque somos una agrupación espiritual que enseña muchos conocimientos. Además una simpatizante me dijo que los septriónicos en Contamana tienen mejor fama que los de otras agrupaciones.
Ella me decía que hace años estaba pensando qué labor poder hacer a nombre del Septrionismo en Contamana, y tenía ganas de dar asistencia psicológica a tantos jóvenes que necesitan ayuda, ya que muchos están perdidos en las negatividades de estos tiempos.
En estos días la hermana Gladys Zevallos, ministro de Iquitos, me pidió acompañar a su esposo Fernando Mera a Contamana, y nos pareció una buena oportunidad para apoyar a los hermanos de allá, hacer una ceremonia y aceptar como miembro a esta simpatizante. Ïbamos a hacer la conexión para la aceptación por internet y la hermana Gladys iba ser mi auxiliar, mientras yo hacía la consagración.
En Contamana ella tenía un plan de trabajo de arreglo del hermoso templo de madera que tenemos allí y que fue construido por los hermanos Torres. Dos días antes de la ceremonia del martes, me llamaron ella y la simpatizante, porque ella quería que yo estuviera presente físicamente para su aceptación y gentilmente ofreció pagarnos el viaje desde Lima hasta Contamana a mí y al Hermano Esteban Toubes. La noche del lunes volamos a Pucallpa y la mañana siguiente tomamos el “rápido”, un bote que llegó en 6 horas a Contamana. Las lanchas grandes de pasajeros y carga normalmente duran de 20 a 24 horas para llegar. Llegamos a la 1:50 pm y almorzamos con la Hermana Gladys en casa de la simpatizante Raquel con sus hijos. Nos enseñó lo que estaba haciendo y a qué se dedicaba mientras nos preparábamos para la ceremonia de la noche.
Nos contó que en el pasado cuando tuvo una época de dificultad económica, pidió ayuda a los hermanos de Contamana, y ellos vinieron a su casa e hicieron unas prácticas que nosotros llamamos “desarrollo de facultades”, donde se pide la asistencia de entidades de Luz que pueden ayudar en todos los sentidos a las personas. Poco después, en un sueño recibió la respuesta de lo que podía hacer para salir de la crisis económica. Y empezó a vender cecina y chorizo de Tarapoto en Contamana.
Nos explicaba que antes para comer carne en Contamana sólo mataban una vaca dos veces por mes, la que daba carne para todo el pueblo. Lo mismo pasaba con el chancho, sólo muy de vez en cuando podían comer cecina y sólo en los restaurantes, porque la producción y la necesidad de carne del pueblo no daba para más. Pero desde que empezó a comprar la cecina ya preparada en Tarapoto y la distribuía a todos los que tenían ganas de comer en el momento que querían, le empezó a ir muy bien. Nos contaba que ahora los contamaninos comen 600 kilos por mes de cecina y chorizo y en cualquier momento cuando tienen ganas. Cuando no se vive en un pueblo tan lejano, es difícil imaginarse todo lo que les hace falta allá.
Luego de refrescarnos y relajarnos un poco por el largo viaje fuimos al templo. Yo estaba bien preparada como siempre, con botas y pantalón largo y medias que cogían el pantalón para que los isangos no pudieran subir a las piernas y blusa de manga larga contra los zancudos.
El templo de Contamana tiene un encanto especial, tal vez porque estamos tan lejos de las ciudades, en un pueblito pequeño donde todo el mundo se conoce. Y todavía se siente que uno está en la selva, que el lugar no está totalmente urbanizado. No había mucha luz, y se usaron muchas velas para la ceremonia. Hubo 4 aceptaciones y 5 presentaciones de niños para darles protección espiritual sin ser miembros, porque eso sólo lo podemos hacer cuando tengan uso de razón, a los 21 años de edad.
Fernando también trajo a uno de sus amigos con quien viajaba y a quien tuve que explicar un poco en inglés de qué trataba la ceremonia. Y para terminar fuimos a comer pollo a la brasa con la familia de Raquel.
Como nuestro bote de retorno salía a las 2 a.m. nos quedamos dando vuelta caminando en la plaza de armas de Contamana y pensando en no dormir para no quedarnos dormidos. Estaba muy fresco de noche, y también vimos que la limpieza de las calles de Contamana la hacen de noche por esa misma razón. A las 12:30 pm nos cansamos tanto que decidimos echarnos un rato hasta la 1:15 pm para llegar caminando al bote, que estaba a dos cuadras de la plaza. Es así que viajamos de retorno, llegando a las 9 pm a Pucallpa, donde nos refrescamos tomamos, desayuno en la casa de la hermana Amelia Gonzalez, y luego fuimos al cementerio porque el 22 de febrero era el día en que nuestro Eonte de Pucallpa, el Hermano Leoncio Chú Cuevas, retornó al seno del Padre, y le fuimos a saludar, pedimos por él, además de ver con la Hermana Amelia cómo estaba arreglando la tumba del Hermano Yando Ríos, que también estaba allí. Nos habíamos puesto de acuerdo con los hermanos así que hicimos el recorrido con el Hermano Jorge Sandoval Ríos, su hijo José Sandoval, y Luis Rivas.
Luego nos reunimos con los hermanos a almorzar en la casa de la Hermana Amelia, que había traído un chifa delicioso. Conversamos sobre las labores de la tríada que el Hermano Jorge estaba enseñando a los hermanos de Shirambari para que pudieran seguir las labores del templo y también la sanación septriónica.
Pensando que esa misma noche teníamos que tomar el avión, aprovechamos de visitar al Hermano Manuel Torres y Jovita para contarles y compartir la alegría del viaje a Contamana. Empezaron a brillar sabiendo que a pesar que no podían seguir con la labor, ésta había seguido teniendo sus frutos en las presentaciones y las aceptaciones realizadas.
También visitamos al Hermano Mario Zegarra con su esposa Kika y su hijo, porque una hernia no le permitía seguir asistiendo a las actividades. En la noche al recibir el horario definitivo del vuelo, nos dimos cuenta que no era esa noche, sino la siguiente, así que tuvimos un día más para descansar un poquito del trajín. Nos despedimos nuevamente de los Hermano Manuel y Jovita, y el Hermano Manuel, a pesar del deterioro de su salud, seguía con una voluntad y un entusiasmo sin igual. Ya estaba haciendo planes para que cuando él y su esposa Jovita estuvieran mejor ir a Contamana y coordinar con su hijo Johnny para ver cómo hacer arreglos para que nuestra nueva “pariente en el espíritu septriónico” pudiera cumplir con su sueño de labor social en Contamana.
Nos regresamos satisfechos e inmensamente alegres y agradecidos por haber podido estar presentes en Contamana y Pucallpa. Esta fue la primera vez que fuimos directamente a Contamana por un motivo tan especial, y valió la pena.