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Libertad e independencia

Reflexionar sobre el día de la independencia del Perú, y ver todo lo que pasa en el país, nos recuerda lo que Shikry Gama dijo acerca de la libertad.
El ser humano sólo podrá ser libre cuando ejerza con plenitud los impulsos de sus deseos, de sus determinaciones y de sus acciones, sin más limitaciones que los auténticos deberes y derechos consagrados por los plebiscitos aprobados por la voluntad de los pueblos con madurez cívica y moral. Porque sólo asumiendo libremente estas determinaciones, los humanos podrán hacerse responsables ante Eón[1] y ante la sociedad de todo lo que se afirma y se hace. Asumiendo la culpabilidad, cuando comete errores o gozando de los privilegios de la gracia de Eón, cuando acierte en sus acciones para elegir el camino de vida que él crea conveniente hacer.[2]
Esta fecha es mucho más importante de lo que quizás creemos, porque aquellos seres históricos que en el pasado entregaron sus vidas a estas causas, nos siguen observando y quizás cada vez con más preocupación. Para los septriónicos, somos seres triptihistóricos, porque hacemos la historia de nuestro mundo, de nuestro pueblo y de nuestra familia. Lo que aprendemos y practicamos en nuestras familias se va reflejar en la situación de la sociedad. Es decir, si la sociedad es corrupta, es porque no se practica los valores de la honestidad, de la honradez, del respeto, de la fidelidad, de la autenticidad, etc. etc. en nuestras familias. No se puede hacer un cambio diciendo que los que están en el poder deben cambiar. El cambio debe venir desde las células de la sociedad, desde cada uno de nosotros. Solo si nos acostumbramos a hacer el bien, trabajando para el bien común, y aceptar que nuestros seres queridos y los que están alrededor nuestro ayuden a corregirnos mutuamente, participando y vigilando el cumplimiento de nuestros deberes familiares y sociales, podremos cambiar algo. Pero mientras la mentalidad siga siendo la de buscar el camino fácil y de no colaborar con el orden, el respeto y la transparencia, no cambiará nada. Mientras que el que denuncia los desórdenes es mal visto, como traidor, estamos muy mal, y seguimos siendo cómplices de lo negativo. Mientras no sepamos seguir instrucciones y cumplir fielmente con nuestros deberes, tendremos una consciencia sin sentido de responsabilidad; es decir, seremos inferiores a aquellos que por sí mismo, sin importar si los demás hagan o no hagan, cumplen de la mejor forma lo que se espera de ellos. Shikry Gama ya alguna vez reflexionó sobre la independencia, y como de costumbre, su pensamiento sigue siendo actual.
La América nuestra es, desde Ayacucho, independiente por la voluntad de sus pueblos, pero los americanos de ayer, de hoy y de siempre no seremos libres hasta que aprendamos a liberarnos de las pasiones, de las ambiciones de poder, de los resentimientos y de los odios fraternales. Debemos aprender a liberarnos del ave de rapiña que llevamos dentro, de las zorrunas falsías de nuestras promesas. Debemos liberarnos de la pereza, de la inconstancia, del incumplimiento, de la calumnia, del arribismo y del oportunismo. Debemos liberarnos del subdesarrollo y de la xenofobia, en el nombre de los libertadores. Quizá Bolívar -si viviera- confesaría hoy conmigo el campo de batalla de la independencia de América fue Ayacucho, pero el campo de batalla donde conquistamos nuestra libertad está en las lóbregas profundidades de nuestras conciencias, y en ella las únicas armas son las virtudes espirituales que aquel General de la cruz (Jesús) empezó a legárnoslo cuando naciera en un mes simbólico de independencia, libertad y amor. [3]
En mi condición de esposa de un ciudadano peruano y de servidora de la Sagrada Orden Mística nacida en Perú, hago mías estas enseñanzas y me comprometo para ayudar a tomar conciencia de estos principios indispensables para la verdadera libertad de los pueblos y del ser humano en sí mismo. [1] Eón: concepción Septriónica de Dios como Eón de inteligencia eterna. [2] Shikry Gama, La autodeterminación, ítem 8.5. [3] Shikry Gama, La cruz y la espada, Revista Ego nr. 26.

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