Antes de alimentar el cuerpo hay que alimentar el alma, aprendiendo por lo menos una palabra al día para enriquecer nuestro conocimiento. Cada nueva palabra que escuchamos en la casa, en la televisión, en el colegio, se anota y después se busca el diccionario y se copia el significado en un cuaderno de vocabulario dividido alfabéticamente. Cuando es posible se puede agregar la imagen dibujada de la palabra.
Si aprendiéramos una sola palabra diaria, al año habremos incorporado a nuestro acervo 365 palabras, en 10 años: 3650 y en 20 años 7300 palabras. La mayoría de las profesiones no llegan a contener más de 3500 palabras. Adquirir un buen vocabulario no solamente nos permitirá hablar mejor, sino que habremos adquirido también los conocimientos básicos para triunfar y progresar en la vida.
Para el Septrionismo, el capital, la moneda, es el conocimiento. Los conocimientos no se obtienen sin el conocimiento de la palabra.
Recién ahora los científicos están investigando el efecto de la cantidad de palabras con la que hablan los padres a los hijos. Cuánto más vocablos diferentes usas con los niños, más aprenden. Es decir, ya no podemos decir que los niños son demasiado chiquitos para entender lo que les hablamos. Como Shikry Gama siempre sostuvo, hay que hablarles a los niños desde que nacen, con lenguaje de adultos: no se debe bebequiarlos. Gracias a los científicos que otra vez le dan la razón a Shikry Gama.